Las situaciones con las que se encuentra el profesional son parecidas, ya que actuaremos sobre las mismas estructuras aunque con distinta realidad biológica. La gran diferencia estriba en que el adulto ha finalizado el crecimiento y por tanto no podremos contar con éste, ni como aliado en unos casos, ni como enemigo al que vencer en otros, a diferencia del niño, en el que la ortopedia constituye una parte importante de nuestro quehacer cotidiano.